lunes, 5 de abril de 2010

RDN Capitulo 6 Lonely



Ángel de alas eternas,¡oh! cadáver celestial caído ante mis pies

Ángel de alas eternas, poeta de los suburbios del mundo

Ángel dame tu luz y déjame sentir tu brillo por un instante, sólo por un segundo.

Ángel de alas eternas, sólo por un segundo, tu luz

Era una letra inspiradora para un coro de una canción, llegadora y profunda. En general la obra compuesta por Gael “Lonely”, era muy buena, llevaba un tono melódico hasta cierto punto depresivo, antes de comenzar con un ritmo pesado al más puro estilo del Power Metal. La letra completa también era bastante poética. En conjunto, una gran pieza musical, si no fuera porque cometió el error de dejarle al Gurú la introducción y èste le metió como tal, una melodía que parecía de Bob Esponja, eso me hacía recordar los primeros ensayos bizarros con el maldito disfraz de ese personaje que hablaba como gay reprimido.
-¿Sabes?, El gordito no es mal compositor, incluso es un genio en componer, pero ¿Por qué chingados tuvo que meterle esa melodía a mi canción? Y yo de pendejo dándole la oportunidad – Decía el mismo Gael cuando veníamos platicando en el camión hacia la casa de Orgas, pasando por aquel trecho pantanoso, donde lejos se alcanzaba a visualizar un criadero de cocodrilos. –Ahora voy a sentir que me debo poner una falda hawaiana para tocar la pieza, y yo profundizándome en la melancolía de un ángel desterrado de su divinidad, pero a veces uno como músico debe vivir este tipo de cosas, tampoco me mortificaré.
-¿Y porque no le dices que quite esa introducción tan Hawaiana? –Pregunté
-Pues debatir con el gordito es desgastante, además me estuvo jodiendo dos meses para ponerla. Lo malo de un genio es que siempre quiere ser muy protagónico: A donde pongas tu plato de sopa siempre querrá meter la cuchara. Además, esa rara afición a Bob Esponja es un poco preocupante, ya hasta la trae inconcientemente –Dejó un lapso en silencio y dijo –no quería ser tan específico pero para mí que el gordito es puto. –Nos reímos él, yo y una tercera persona que se integraba a la plática: Su novia Jennifer. Me acababa de presentar a su famoso amor apache, cuando me hablaba de ella me la imaginaba grandota, ruda, llena de collares y brazaletes de picos, incluso la imaginaba rapada de un lado con un tatuaje de calavera en esa parte de la cabeza y sosteniendo un sartén listo para darle en la madre a Gael cada vez que no estuviera conforme con algo que éste dijera, pero era todo lo contrario, una niña linda con rostro de inocente, una voz suave y unos ojitos rasgados estilo oriental. Jamás me imaginaría de ella venir un golpe, una patada o un sartenazo. Ese día iba vestida con un suéter de rayas rosas con blanco, unos jeans y su cabello suelto, negro, muy largo. Nada que ver con la imagen rockera de Gael.
El camión hizo la parada en la esquina hacia la casa de Orgas, así que bajamos los tres, Gael cargaba su guitarra y ayudaba a bajar a Jennifer, era todo un caballero con ella (a pesar de aguantarse ya tres años). Eso era otra cosa que me hacía increíble imaginar, pleitos severos con fuerza bruta.
Donde bajamos ya comenzaba la civilización y lo pantanoso quedaba atrás. En la esquina de la calle hacia la casa del ensayo estaba la tienda donde Gael sin falta compraba su jugo, esa imagen contrastante de rockero matón con su juguito de mango era material para seguirme riendo por meses.
Entramos a la casa y El Gurú ya estaba ahí esperándonos, pero no éramos a los únicos que él esperaba. –Pinche Orgas, es su casa, es su ensayo y no ha llegado- Dijo con sus brazos cruzados. De repente, de el cuarto salieron Daniel y Liz cargando a Wendy (la perrita de la familia, que parecía màs una alfombrita sucia sin ojos.)
-No se preocupen, Orgas llega en cualquier instante, si no es que se encuentra con una piedra que fumar en su camino –Dijo Daniel con esa voz gruesa y despreocupada, así que lo esperamos por media hora o tal vez un poco más en la sala mientras hablábamos y echábamos relajo los seis. Esa vez, hasta el Gurú se relajó y empezó a reírse con nosotros. En algunos momentos pude hablar un poco màs con Jennifer, me empezaba a caer bien porque al parecer era tan aficionada a los cómics como yo y podría por fin desahogar mis temas de gente rara con alguien sin que intervenga un ritmo de guitarra eléctrica o bajo de por medio en el tema. Después de un rato, llegó Orgas por fin, despreocupado y valemadrista, acompañado de una chica con rastas de color azùl. Se le veían bastante bien y bastante llamativas, ambos tenían una cara de pachecos que los describía como la pareja del año.
Ese día el ensayo estuvo bien, El Gurú no me corrigió nada, además, de alguna manera me sentía bastante bien con mi nuevo teclado que ni era mío y con el anterior, tener dos teclados me gustaba bastante. “Lonely” la ensayamos varias veces, incluyendo el intro de Bob Esponja y otras veces la anterior canción “The God dressed in green”, así que estábamos listos para la siguiente. El Gurú tenía en mente una que nos enseñó en el estereo que venía también hecha en pistas de computadora grabada en disco y sonaba bastante bien. “With me” se titulaba. En ella si que metía todas sus chaquetas mentales de Power, Mariachi y toques prehispánicos mezclados con rock progresivo. Era una canción larga, mucho más larga que las anteriores, pero me agradaba mucho cómo sonaba. Sin embargo, el gordo sugirió que antes de esa entrenáramos con algún cover o dos. Las propuestas eran precisamente dos. “Van Glory Opera” de el grupo “Edguy• (un grupo singularmente chistoso) y la otra era “M3” del grupo “Labyrinth”. Incluso esa ya llevaban una parte ensayada antes de que yo llegara, justamente esperaban la integración de un tecladista para completarla.
Pero en fin, después de la seriedad de hablar de la charla del grupo, comenzó de nuevo el relajo, pero esta vez me sentía un poco raro. Todos en parejita destellando corazones y rosas. Daniel y Liz, Orgas con su rastuda que ni nos presentó, y Gael con Jennifer, El Gurú no contaba, yo sentía que era asexual o tenía algún fetiche extraño relacionado con las esponjas o algo así. Pero yo como siempre terminaba siendo la ficha sobrante, el mal tercio, mal cuarteto, quinteto, etcétera. Digamos que el único pendejo que no agarró pareja en la primavera pasada. En fin, el relajo se interrumpió con algo inesperado. Daniel trataba ya de decir una cosa que le costaba trabajo pero aún así la soltó fluida y sin tartamudeos. –Compañeros, dejo Daggra.- Todos nos quedamos callados, no lo esperábamos, ni sabíamos el motivo por el cual se salía. Vi por segundos la cara de todos, ni si quiera el mismo Orgas se imaginaba que su mas alegado amigo casi un hermano trajera esa noticia. Obviamente Liz era la única que conocía el motivo. Pero el que se saliera repentina mente implicaba muchas cosas, búsqueda de baterista urgente mente, y tal vez retrasos en el progreso que ya llevábamos. Solo alcancé a ver entre las caras, la del Gurú que decía claramente “puta madre”. Nos quedamos rato escuchando sus motivos y en eso se fue con nuestro entusiasmo la luz del sol. Eran ya las ocho de la noche en lo que menos nos habíamos dado cuenta. Eso quería decir que ya no había camiones ni transporte y que por primera vez tendría que atravesar el pantano y además a oscuras, eso no me fue una idea muy agradable.
Salíamos de la parte aún pavimentada, la chica de Orgas se quedaría a dormir, Daniel también, así que éramos Gael, Jennifer, el gordito y yo ante el fangoso lugar. Solos armados con una tarola y una guitarra, expuestos a ser asaltados. –Bueno deben atravesar el sitio para llegar la siguiente colonia, haber si pasa algún taxi –decía Orgas –Si les sirve de algo, a esta hora suelen soltar a los cocodrilos, para que tengan cuidado. –Chingá, no fue algo que animara mucho ese comentario. Además de poder ser asaltados, violados, torturados por algún criminal suelto por ahí, ahora tambièn debíamos estar al tanto de los malditos cocodrilos. En cuanto a asaltantes, Gael podría darles una madriza pero enfrentarse a una bestia prehistórica ni Gael ni El Gurú podrían ante sus fauces.
En fin, el camino fue pesado, y más porque El Gurú no dejaba de maldecir a Daniel por habernos dejado. Todo indicaba que si no había un baterista para el siguiente ensayo tendría que pasarse él a la batería y no habría vocalista por un tiempo (por un lado muy bueno, así no tendríamos que escuchar su desafinada voz). La vereda se tornaba cada vez más oscura, si, realmente de miedo, solo la luz de la luna, y el canto de ranas y demás alimañas. Lo hermoso era ver las estrellas en un azul profundo y despejado. Estábamos llegando casi al final de la carretera, ya todo se veía menos cenagoso, además de un poco más de urbanidad, además a lo lejos se veían ya faros de luz eléctrica. Gael llevaba a Jennifer de la mano y El Gurú iba delante de ellos. Yo estaba retrasándome un poquito, estaba a paso lento, tenía varias cosas que pensar a pesar de que estaba alerta. Recordaba que era jueves y al siguiente lunes yo ya entraba a la escuela, en si, todos los integrantes ya entrábamos de nuevo a nuestras vidas cotidianas. Y eso también señalaba menos ensayos, al parecer, el acuerdo era rejuntarnos solo miércoles y fines de semana enteros. De repente estaba pensando en que mi vida se estaba dirigiendo a un estrecho de aislamiento. Fines de semana entregado al teclado y a Daggra, me dejaban solo los viernes como oportunidad para la vida social. No tenía aùn de què preocuparme, no tenía novia ni estaba casado, no tendría como dicen “un látigo que me moviera” ni una mujer que me pegara con el sartén. Solo el disgusto de mis padres y sus constantes llamadas de atención, que sin embargo las evitaría con mi empeño en la escuela. Así que semana entregada a las artes visuales y el estudio, y fines de semana a la música. Así que volvía al conflicto de nuevo queme tenìa dando vueltas sin razón ¿Dónde quedaba mi vida social? ¿Con el tiempo limitado tendría menos oportunidad de conocer chicas? Sólo me imaginaba que cuando nos presentáramos tendríamos fans y tal vez entre ellas encontraría una pareja perfecta que sabría que tendría el tiempo ocupado. Demonios divagaba demasiado, sin embargo mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando escuché como Gael le hacía burla al Gurú, creo que estaba diciéndole referencias a que era bueno que caminara porque así bajaría la panza. Y el gordito se defendía molesto diciendo que el siempre viene de su casa caminando a la casa de Orgas y que este estrecho fangoso se lo sabía ya de memoria. Pero lo gracioso eran las risas de Gael y Jennifer y la sarta de tonterías que decía Gael. Estábamos ya bajo el faro, por fin podíamos caminar sin adivinar si lo que pisábamos era una roca, cemento, lodo o una caca de venado. Estaba un puente que comunicaba ya con la otra colonia y en pocas palabras con la paz y la humanidad. Era muy tenso pensar en lo que podría salir al asecho, entre penumbras y hierbas. Me fui aproximando hacia la orilla de la carretera justo subiendo el puente estaba muy entretenido oyendo como Gael no bajaba de botana al gordito cuando de repente tropecé di un azotón al suelo y rodé hacia la orilla del puente dirigiéndome hacia un barranco fangoso que desembocaba al agua verde. El madrazo se oyó fuerte y claro, rodé hasta donde pude detenerme y apenas agarrar mis cosas y justo debajo de mí salía del agua un hocico largo con dientes agudos en cuestión de segundos. Si hubiera caído un poco mas estaría siendo masticado brutalmente por aquel cocodrilo que me miraba con un hambre voraz y que se aproximaba en lo que recuperaba la conciencia y podría escalar hacia arriba. Gael en instantes bajó corriendo a agarrarme y El Gurú le aventó una rama al hocico al horrendo reptil para que se hiciera hacia atrás. Gael me jaló de la ropa hasta llevarme de nuevo al puente, en ese lapso sòlo escuchaba còmo palpitaba mi corazón tan fuerte que podría haberme estallado, seguramente estaba más pálido que la luna, tenía la mirada ida. Un segundo pudo haber sido la diferencia entre seguir siendo tecladista o comida para lagarto.

miércoles, 24 de febrero de 2010

RDN Capitulo 5: Navidad con la Pájara Peggy





Todos los días de julio eran iguales, un bizarro ensayo en la mañana en casa del Gurú y en la tarde el ensayo en la casa del Orgas, ya no sabía ni cómo rayos soportaba aguantar al gordito y sus regaños todo el maldito día, no sabía que entregarme al nuevo universo de la música tenía que implicar aguantar regaños, gritos y presiones, sin embargo, a pesar de todo, entre los cinco integrantes ya comenzaba a haber una buena sinergia, digamos que lo que valía la pena de esos días llenos de regaños, viajes largos a esos terrenos pantanosos y mucho agotamiento, era el relajo y los buenos momentos. Me llevaba bien con todos, sobre todo con Gael. A Orgas lo hacía reír mucho y el también a mí con todo lo que hacía extraordinariamente que, para él era normal.
Todo el día era música, había descuidado el dibujo, la pintura y mis aficiones en las artes visuales, y pronto iba a regresar a la escuela. Al parecer eso les disgustaba bastante a mis padres. Sobre todo a mi papá, quien consideraba que todo el día solo estaba de vago. No entendía el gran esfuerzo que yo hacía por superarme para lograr aprender a tocar un instrumento. No había empezado como muchos con un maestro, yo tuve que hacer las cosas por la mala, a punta de madrazos. Creo que esa canción: “The god dressed in green” me la sabía ya de memoria, me tenía harto, pero llegó una nueva propuesta que Gael había compuesto: “Lonely” ,que al parecer estaba igual de elaborada que la que ensayábamos. Él había hecho la letra y había planeado las notas y con ell Gurú la habían pasado a pistas en computadora, así que los dos ya se la sabían casi de memoria y sabían las reglas de cada nota. Entre las cosas que estaban se necesitaba otro teclado y de preferencia mucho más elaborado que el básico con el que había estado tocando.
-¿Quien podría tener un teclado que nos pudiera prestar? –Preguntaba Gael
-No es solo para esta canción, tendríamos que conseguir que alguien nos lo prestara por un tiempo definitivo, que nos lo vendiera, o bien buscar un precio económico en uno. –Contestó el Gurú
-Podríamos robarlo –Dijo Orgas despreocupadamente.
-¿Sabes qué León?, tú tienes la misión de buscar precios por internet o en catálogos de tiendas de música, tu eres el tecladista y debes estar preocupado por esta situación, a menos que quieras tocar siempre en ese tecladito de niño de primaria. –Me dijo el Gurú y fue algo que me tomé muy enserio.
Esa noche busqué catálogos por internet sobre teclados, estaba maravillado de los modelos que veía y al mismo tiempo tan triste por los precios tan altos. Algunos eran teclados y otros eran sintetizadores, pero los precios eran como rascacielos y dudaba que mis padres quisieran apoyarme económicamente. Al otro día no hubo entrenamiento, así que de cierta manera sentí descanso. En la tarde en el ensayo les di los resultados de los precios y así como yo, todos quedaron frustrados. Tal vez Orgas me oía, pero no me prestaba atención.
-Parece que tendremos que hacer lo que Orgas propuso, robar un teclado, ya que ni nuestros bolsillos juntos nos rinden para comprar uno. –Dijo El Gurú –Pero ¿Quien podría tener uno?
-¿Que tal el Mantra?, tiene uno que no utiliza. –Intervino Gael
-Tienes razón, el Mantra no usa su teclado, se ha dedicado nada más a su vida de casado –Contestó el Gurú.
-Y aún así, no ha dejado la chaqueta a un lado, me contó hace poco –Dijo Gael entre risas. –l Mantra siempre fue distinguido por jalarle el cuello al ganso más que todos. Lo han apodado “Don Pajero”, “Punta activa” y “Escopeta”.
-Es todo un caso con eso –Intervino Orgas –Un día que la policía me trepó a su camioneta por andarme orinando en la calle, al subir tenían a un vagabundo y al Mantra, y los habían arrestado por andar haciendo competencias de chaquetas en vía pública. Pero bueno regresando al punto ¿Cómo le vamos a hacer para robarle su teclado?
-Es decir que, de plano ¿Lo vamos a robar? ¿ni si quiera se lo pediremos prestado? –Pregunté desconcertado al escuchar que Orgas ya había tomado el robo como un hecho.
-Lo que pasa es que el Mantra no suele prestar sus cosas, nunca, aunque no las use, es un marro –Intervino el Gurú. Era más que evidente que ese famoso Mantra era un amigo o conocido que tenían los tres en común. Yo aún no lo conocía y ya me daba risa. –Debemos conseguir un carro para escaparnos en chinga, porque no vive en Pachuca, si no en un pueblo vecino “Acayuca” y también necesitamos una carnada.
-Mi papá puede prestarnos su carro -dijo Daniel con su voz ronca y muy seria.
-Muy bien ahora necesitamos una carnada, propongo que el más reciente en entrar al grupo lo sea –Dijo el Gurú y todos voltearon a verme con cara de gozo.
-¡Oigan que les pasa!, ¿qué se creen?, ¿qué voy a hacer yo para entretenerlo, ¿acaso vestirme de pollito y cantar villancicos?
…..

-¡No puedo creer que esté en esta situación!- Decía en el asiento trasero del auto del padre de Daniel mientras estaba vestido con un traje de “La pájara Peggy” aguantando el calor por tan semejante disfraz. Daniel iba manejando y en el asiento delantero del copiloto iba Orgas. Atrás conmigo iban Gael y el Gurú. Ya salíamos de Pachuca y nos dirigíamos a Acayuca.
Llegamos en veinte minutos a la dichosa casa, tenía una reja blanca, un pequeño jardín y se notaba que solo era de un piso, aún no olía a hogar con bebés, solo a una residencia descuidada de una pareja joven desordenada. El plan era que por la parte de atrás entrarían Gael, el Gurú y Orgas cuando yo tocara el timbre y salieran a verme hacer el ridículo de mi vida, Daniel nos estaría esperando una cuadra más adelante. Constaba todo de solo quince minutos bien calculados, desde el toque del timbre hasta la huida en el carro. Así que debíamos ser eficaces. Toqué y la pareja salió, su rostro era una mezcla de desconcierto y ternura hacia mi espeluznante figura amarilla. Abrieron la reja y, desde mi ubicación vi cómo mis tres colegas se introducían por una ventana trasera y noté que al otro extremo había un gran perro que justamente acababa de despertar cuando entraron y ya estaba empezando a dar sus primeros gruñidos, pero inexplicablemente llevaba un bozal y estaba también amarrado. Yo comencé lo que debía, no tenía que distraerme, así que hice un paso chistoso cantando –Era Rodolfo el reno, que tenía la nariz, roja como una grana y un brillo singular...- Mis bailes y movimientos extremadamente bizarros ya captaban suficiente su atención sin tener que voltear atrás a ver porqué el perro se escandalizaba, los dos creerían que mi llegada era el motivo.
-¿Por qué habrá aparecido este extraño pajarito a nuestra puerta amor? –Decía la mujer
-No lo sé cariño, tal vez sea uno de esos testigos de Jehová o un vendedor –Contestó su novio, un hippie de pelo hasta los hombros despeinados y barba desalineada con una cara de pajero que no se la aguantaba, quien yo supuse era el famoso Mantra. Ambos olían como si acabaran de fumar marihuana. Yo solo seguía con mis versos navideños. Todo iba sobre la marcha, alcancé a ver como el Gurú agarraba el teclado y señalaba en forma de burla al pobre animal amarrado. Gael ya estaba sacando el instrumento, todo iba genial hasta que Orgas corrió hipnotizado al refrigerador y comenzó a sacar la comida, y en eso se estrelló contra algo y se oyó un objeto de cristal rompiéndose. En eso la pareja de hippies volteó y todo se estropeó, solo me llevé la mano a la cabeza en señal de “puta madre”.
-Así que esto solo era una distracción para saquear mi casa, malditos ladrones hijos del coño –Dijo el Mantra reaccionando a tal suceso. El Gurú y Gael salieron disparados con el teclado y tras ellos Orgas con cuatro salchichas en la boca y varias cosas en los brazos, entre latas, jamón y quesos. Por unos segundos pensé que el par de Hippies no vivían tan mal con toda esa comida que la mitad se la iba devorando el bestia de Orgas.
Comencé a correr como pude detrás de ellos con ese maldito traje que no me hacía nada hábil, además de que me asaba literalmente. Fue cuestión de segundos para que el gran Doverman del Mantra fuera soltado sin el bozal y llevaba una expresión de querer asesinarnos y lo peor es que en unas milésimas de instantes me atraparía y sería comida de perro salvaje. Gael se percató y le gritó a Orgas que agarrara el teclado, así que Orgas soltó la comida de los brazos sin soltar las salchichas de su boca y agarró el teclado con el Gurú. Gael en dos segundos llegó y me llevó cargando a todo lo que pudo. Yo, con todo el cuerpo apretado por su fuerza de karateka y saltando todo mi ser, alcancé a ver como Daniel metía reversa donde nos esperaba y se subían los dos con el teclado como podían al auto, vi como se abría la puerta derecha delantera donde Gael me arrojó y posteriormente se trepó atrás con medio cuerpo afuera. De re ojo vi cómo logró esquivar al feroz animal que estuvo a punto de agarrarle una pierna. La puerta delantera donde iba seguía abierta, pero necesitaba primero acomodarme bien en el asiento para poder cerrarla ya que Gael me había arrojado como pudo adentro, y no fue sino hasta dos cuadras después que lo pude hacer. Creíamos que nos habíamos librado, hasta gritamos de felicidad, cuando de repente salió el Mantra tras nosotros en una moto a toda velocidad. Fue cuando nuestra expresión cambió de triunfo a alerta, y Daniel aceleró a todo lo que pudo. A dos kilómetros lo pudimos perder definitivamente y ahora sí celebramos victoria, ya teníamos teclado nuevo. Orgas celebraba devorando sus salchichas y un queso que se había alcanzado a meter al pantalón durante la gran huida.