viernes, 29 de agosto de 2014

Misantropía vampírica.

Misantropía Vampírica. León Cuevas.
A eso de la una y cuarto de la madrugada, Lerion se hallaba sentado en la terraza de un bar en la colonia de Zona Plateada sin prestar mucha atención a los impertinentes borrachos que armaban alboroto a dos mesas de distancia. Ya incuso el dueño del bar había salido a explicarles que la cuenta estaba bien y no les estaban cobrando nada de más. Pero tratándose de niños juniors, era sinónimo de que no iban a estar dispuestos a cender, a fin de cuentas unos mirreyes hijos de papi siempre van a buscar tener la razón. Todos en el bar veían la escenita menos el, aquel particular individuo pálido que vestía con atuendo Hipster. Lerion era un vampiro que en verdad odiaba a los otros vampiros, como si fuese un ermitaño de su propia especie. Por siglos había repudiado la convivencia con los suyos, ese fue uno de los motivos para que dejara de vivir escondido entre las estaciones del metro de la Ciudad de México a partir de que comenzó a ser una perfecta unidad habitacional para los no muertos, y el tener encuentros cada vez más frecuentes con esos repulsivos similares lo obligó a mudarse. Después de buscar un lugar para vivir se encontró con la pequeña, tranquila y poco llamativa ciudad de Pachuca, el aposento ideal para un antisocial. Con el tiempo aprendió a mezclarse perfectamente con los habitantes del sitio y pasar desapercibido por las calles. Así parte de su nueva vida fue cambiar su atuendo conforme a la época ya que después de casi cincuenta años de vivir en los túneles subterráneos del Distrito Federal iba a llamar la atención con su vestimenta tipo Beatnik de Avándaro, en una ciudad chica y simple no se veía muy seguido a un apuesto joven pálido de pelo largo y patillas gruesas con boina, cualquier hombre vestido de esa manera se tendría que ver como un viejo quedado y atrapado en otros tiempos. El vestir así tan sesentero por tantos años no significaba que no estuviera al tanto de los cambios de modas en la superficie mientras permaneció en el subsuelo, seguido las víctimas que cazaba eran su catálogo del mundo exterior, algunas solían ser personas que viajaban en los últimos horarios del metro y de vez en cuando algún vándalo, grafitero, asaltante o mafioso que se escondiera en la oscuridad de las vías. Así su menú variaba entre punks, chicos heavies, góticos y cholos. Sin embargo su estancia en la pequeña ciudad airosa lo hizo buscar una apariencia más acorde. También su estrategia de cacería y sus víctimas cambiaron, solía con frecuencia fingir que hacía amigos o que ligaba en centros de recreación nocturna para poderse ganar la confianza de sus presas y ya estando fuera de la vista de otros pudiera acabar con ellos. Para evitar ser encontrado, su táctica era nunca rondar por el mismo bar, algunas noches su escenario era un putero de mala muerte y en otras ocasiones un antro para niños ricos. El chiste era no ser localizado tan fácil y no tanto por ser encarcelado, ya que la policía y cualquier fuerza armada le hace los mandados a un vampiro que les lleva ventaja de experiencia por siglos. Si no que lo que quería evitar era emigrar a otra ciudad. Lerion aprovechaba la perfecta oportunidad de que estaba viviendo en instantes de muchos secuestros y cobranzas entre narcotraficantes, eso le permitía disfrazar sus movimientos para que sus víctimas fueran sospecha de los mafiosos y no de lo paranormal. De unos días para acá le comenzaba a preocupar algo, aunque más que preocupación era molestia. Estaban saliendo cada vez más noticias de muertos encontrados al amanecer en lugares recónditos de Pachuca. Indicaba que no estaba solo en la ciudad, rayos era demasiado bueno para ser verdad que pudiera tener una zona urbana para él solo. Detestar a los de su propia especie va más allá del egoísmo, él estaba consciente de eso y no le importaba, simplemente quería estar tranquilo sin necesidad de pelear contra otros caras pálidas por el territorio. Después de que terminó la disputa de los escuincles mirreyes en el bar, uno de los meseros amablemente se le acercó. -¿Desea otra copa señor? -Sí otro Martini por favor, cóbreme los otros dos y este –respondió sacando de su cartera un billete grande. Momento aquí surgen dos preguntas; ¿De dónde sacaría dinero un vampiro? Y ¿Qué no a los vampiros les puede hacer daño el alcohol? La respuestas son simples, el dinero lo sacaba de las carteras de sus presas, así era más fácil relacionar el asesinato con un asalto o una cobranza, y al atacar pensaba en todo, solía incluso extraer la sangre del cuerpo mediante otras formas que no fuera la típica mordida en la yugular, con un poco de estudio de medicina y anatomía todos podemos saber que existen más venas en el cuerpo y que pueden extraer la misma cantidad de sangre, ese tipo de hechos a veces hacían ver como resultado un cadáver que aparentaba haber muerto por asalto, con cortadas tan bien calculadas que parecían navajazos. Eso en verdad era saberse esconder. La otra respuesta era que a cualquier ser humano y no humano les hace daño el alcohol, si el hombre come y después se envenena con bebidas alcohólicas, ¿por qué el vampiro no podría hacer lo mismo.? Volviendo a la historia, Lerion estaba gozando tranquilo de su tercer Martini cuando sintió una presencia muy cerca que le arrebató de golpe la tranquilidad. Dejó la copa a un lado y discretamente salió del lugar. Una vez fuera donde estaba la fila para entrar y los cadeneros, sacó un cigarro para disimular y se puso a detectar en qué dirección se aproximaba la presencia que había sentido. Una vez localizada se alejó de la zona de aglomeración y caminó hacia donde muy pocas luces de poste iluminaban el asfalto. Apenas pudo esconderse entre las sombras cuando escuchó una voz tras él. -Vaya Lerion ¿Hace cuantos siglos que no teníamos el gusto de encontrarnos? –Dijo la voz. -Para mí mala fortuna no más de unos cinco –Contestó con un tono parecido al de un señor amargado. Su aliento tenía un dulce aroma a alcohol mientras que el de quien le hablaba era más una esencia de hierro, el mal aliento de los vampiros que acaban de comer. Lerion volteó y encontró una silueta cubierta con una túnica negra que asomaba un rostro blanco con una opaca cabellera larga, un par de ojos completamente negros y unos colmillos rojizos por sangre fresca. Avanzó un paso y la escasa luz de un lejano faro hizo ver más su mirada. No había gente alrededor más que un par de juniors en estado de ebriedad que iban a subir a un VMW pero uno de ellos estaba a punto de vomitar. -Mírate Lerion, mimetizándote en la sociedad; cabello corto, pantalones entubados, camisa de cuadros, saco de moda y unos ridículos lentes de pasta. Patético, en verdad es patético tu atuendo y tu nueva forma de vivir. -Eso no es de tu incumbencia Aurguz, vayamos al grano ¿Qué diablos estás haciendo en mi ciudad? -¿Tu ciudad? –Contestó a punto de soltar una carcajada –Quiero que sepas que ni si quiera soy el único vampiro que se está hospedando en Pachuca, ya son varios los que están comenzando a establecerse aquí. -¿Por qué? -Por el mismo motivo que lo hiciste tú, es una ciudad tranquila y nueva para nosotros, brinda mucha sangre fresca sin tener que vivir entre tanto caos ni ruido. Podremos permanecer aquí sin molestos caza vampiros o demás situaciones incómodas. -Pero como demonios piensan prevalecer el orden con tantos vampiros mudándose a una ciudad muy pequeña, es un error fatal. Pero de esto me tendré que encargar yo –Dijo suspirando como alguien va a comenzar un trabajo que no tiene ganas de hacer. -¿Y quién eres tú para decidirlo? -Considérame el comisario de aquí. -Pues entonces comienza lo que tienes hacer niño caprichoso –contestó Aurguz poniéndose en posición de ataque cual fiera. Ambos vampiros se abalanzaron sacando colmillos y garras afiladas, un singular rugido brotaba de sus gargantas, fue un estruendo tan fuerte que llamó la atención de los borrachos, los cuales entraron pronto en pánico. Aurguz y Lerion soltándose brutales zarpazos y mordidas bajo la luna parecían un par de lobos alfa que luchaban a muerte, después de tantos movimientos finalmente se vio como Lerion pudo alcanzar a morder el cuello de su oponente arrancándole literalmente todo y dejándolo caer al suelo convulsionándose hasta desintegrarse por completo, en pocos minutos no era más que polvo blanco bajo una túnica negra que parecía ya un harapo. Lerion triunfante recogió esa túnica para no dejar evidencias, el polvo color hueso pronto se esparció con el aire. Miró al par de aterrorizados espectadores, uno de ellos hasta estaba mojado los pantalones, los ignoró por completo, a fin de cuentas la mayoría de la gente no les iba a creer, el noventa por ciento de las personas no hace caso a las crónicas de borrachos. Así que sin más que hacer ahí se desvaneció rápidamente entre las sombras sabiendo que esa noche iba a tener que exterminar al menos a otros dos o tres viejos conocidos. Ni modo le tocaba fumigar a las cucarachas de la zona, a alguien siempre le tiene que tocar el trabajo sucio.