miércoles, 24 de diciembre de 2014

Invierno cromático. Parte 4: Amarillo del alba.

Corría hacia casa pero apenas pasé una cuadra cuando se atravesó frente a mí una motocicleta que casi me atropella. Mi corazón saltó muy fuerte, pero cuando frenó me dijo una suave voz. -¿A dónde vas con tanta prisa? –Merlina me miró y me volvió a guiñar un ojo -No tienes idea de lo que me acaba de pasar –le dije –Ven, sube y daremos un pequeño paseo, ya me contarás tus aventuras –sin pensarlo le hice caso antes de que alguno de los ladrones de juguetes llegara corriendo tras de mí. Si puedo decir que existió algo mágico en esa madrugada sin duda fue ese momento, estuvimos dando algunas vueltas en la moto. Hacíamos repentinas paradas mientras le contaba la aventura con los ladrones de juguetes, Merlina solo se reía y meneaba la cabeza. Mis embrollos navideños le parecían graciosos pero a la vez me miraba como un chico muy aventado, eso en ocasiones atrae al sexo opuesto. Después de platicar sobre lo sucedido vimos el amanecer tomando cafés de una máquina, yo preferí tomar un té para evitar más irritación en el estómago de la que ya traía. -Solo las personas aburridas toman té, Armando –me dijo con tono de burla. -Claro y las intelectuales presumidas solo toman café -le respondí también entre risas mientras jugaba a desacomodarle los lentes. Después de contemplar el amarillo que pintaba el amanecer, justo a las seis y cuarto de la mañana me dijo que era hora de que cada quien estuviera con su familia. Así que subimos a la moto y me fue a dejar a mi casa. Al dejarme en mi puerta me dio un papel en donde había anotado su número celular. -Llámame –hizo señas con su mano y me guiñó una vez más el ojo. Arrancó en su moto y se perdió en el amarillo del alba como un ser de luz. Entré a mi casa de nuevo sin hacer ruido, estaba exhausto. Creo que había sido la Noche Buena y Navidad más intensas que había vivido. Me dirigía a mi cuarto, el cual compartía con Luís, y al abrir la puerta me encontré con algo inesperado, a un lado de la cama de mi hermano había un muñeco de Neutro Man en su caja con un moño color verde. El momento fue como un destello de luz, pues en ese momento Luís estaba despertando y al ver su regalo gritó de emoción y se abalanzó sobre él. Estoy seguro que apreciaba a su juguete como ningún otro niño en la tierra. -Te lo dije Luís, debías tener fe e ilusión, ¡feliz Navidad! –dijo la voz de mi madre detrás de mí. Yo volteé a verla con una sonrisa inevitable pero a la vez con una seña de que necesitaba una explicación. Ella esperó a que mi hermanito abriera su regalo y comenzara a jugar feliz con él. Salimos del cuarto hacia la mesa del comedor y me explicó todo en voz baja. -Gracias a que llegaste con los doscientos cincuenta que te pagaron en el café, me ayudó mucho a completar para el regalo de tu hermano. Poco después de que te fuiste enojado tomé lo que había ahorrado y fui a La Gran Juguetería para comprar el muñeco. –en ese momento sentí un escalofrío al imaginar que mi mamá pudo haberme visto robando los juguetes o peor, me pudo haber visto detenido por la policía. Pero al parecer no fue testigo de ningún acto, ni del misterioso violinista que me salvó. En eso alguien tocó la puerta muy fuerte, mi corazón latió rápido. Los ladrones de juguetes pudieron haber localizado mi hogar y eso arruinaría el momento mágico. Mi mamá notó mi cara de miedo, pero la tranquilicé y le dije que yo abría, estaba dispuesto a salir y agarrarme a golpes con los rufianes. ¿Cómo pudo haber sido posible que encontraran mi casa?, ¿apoco nos habrán seguido el rastro a mí y a Merlina hasta dar conmigo?, o ¿ella habrá sido quien les dio mi ubicación? En ese momento me corrían muchas ideas por la cabeza mientras el corazón me latía cada vez más fuerte. Abrí de golpe la puerta dispuesto a pegarle al primero que estuviera en frente.
Para mi sorpresa no había nadie, volteé a todos lados, pero no había rastro de ningún maleante, policía o cualquier persona. De pronto sentí a mis pies una caja, vi hacia abajo y en efecto había una caja de regalo azul en el suelo frente a mí. Me desconcertó ver eso, dudando la tomé. Abrí la tapa y lo primero que vi fue una nota que decía lo siguiente: "Querido Armando. Has sido un joven demasiado bueno esta Navidad, tú más que nadie compendió hoy el verdadero significado de estas fechas. El esforzarte y darlo todo para traer luz a los tuyos, es el gesto central de la navidad. Y por si fuera poco al final tomaste una decisión correcta e hiciste feliz a más personas. Por eso, espero que este regalo te guste, pues te lo has ganado. Es momento de que dejes de ser el ente gris que crees ser, para que llenes de color tu vida. Nunca arrojes tus sueños por la borda, pues un hombre sin sueños es un hombre muerto. Atentamente: Santa Claus." Al terminar de leer la carta me pareció escuchar un sonido similar a un trineo que se alejaba por el cielo, no vi nada en concreto pero si estoy seguro de haberlo escuchado. Volteé hacia adentro de la caja de regalo y estaba la caja de colores profesionales que tanto deseaba, la caja de colores que veía tan lejana y que ahora estaba en mis manos. Junto a ella un par de lápices nuevos, mis ojos se llenaron de lágrimas. En verdad no podía creerlo, era un momento a solas con mi felicidad, pero logré ver de reojo a mi mamá con una sonrisa. ¿Habría sido ella quien comprara ese regalo? -Mamá, ¿fuiste tú? –no podía hablar bien por la conmoción, solo le mostré la carta. -No, ahí dice en la carta, Armando. Te visitó Santa Claus –respondió sin quitar la sonrisa. Hasta la fecha nunca me ha quedado claro quién me hizo tal regalo, en parte pudo haber sido mi mamá con esfuerzo extra y con muchos ahorros, pero ¿cómo sabría ella que eso era lo que más quería?, ¿cómo pudo saber que tomé una decisión correcta esa madrugada? Y, sobre todo, ¿quién pudo haber tocado la puerta, además el extraño sonido similar al de un trineo? En verdad que no he podido encontrar explicaciones lógicas a todo esto. Pero puedo asegurar que esa fue la Navidad que definió el rumbo de mi vida y la Navidad en donde recuperé el color en mí. A partir de ese día dibujé tanto como pude. Pronto comencé por vender dibujos propios y hacer algunos encargos que poco a poco aumentaron. Permanecí un poco más de tiempo en la preparatoria, pero pronto con ahorros y con las ganancias de mis dibujos logré juntar para estudiar la carrera en Diseño Gráfico. Mi negocio de dibujos creció cada vez más y con los conocimientos de la licenciatura fui perfeccionando mi técnica. Hoy después de años soy uno de los ilustradores más reconocidos del país, con el tiempo pude darle una mejor casa a mi mamá e impulsé con sueños a Luís para que hiciera una carrera y destacara en ello, le enseñé a soñar que es lo más importante para sobre salir en esta vida, así fue como él decidió estudiar Biología y ahora se encuentra cursando la maestría. Se preguntarán que si para completar este final feliz me casé con Merlina. No, lamento desilusionarlos, solo salimos durante algún tiempo y después cada uno siguió con su vida, eso sí, hasta la fecha seguimos manteniendo el contacto para saludarnos de vez en cuando. Ella se volvió escritora y vive en Europa, de cierto modo nunca olvidó esa noche buena y el amanecer de la Navidad conmigo, incluso asegura que por algún motivo esos instantes le sirvieron para reflexionar sobre su trato familiar. Hasta el día de hoy conservo la misteriosa carta de Santa Claus como evidencia de que la magia existe, sus palabras siempre están presentes conmigo; “Nunca tires tus sueños por la borda pues un hombre sin sueños es un hombre muerto”.

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