domingo, 27 de mayo de 2018

Soundtrack





Si le quitáramos el sexo al porno
queda un tono new age para meditar
                        el por qué nos encontramos un viernes por la noche
                                                                       viendo una película porno
cuando nos cancelaron todas las citas y se derrumbaron los planes
y ves las fiestas de tus vecinos en los edificios contiguos
pero no conoces a nadie para que te invite un trago
Si le quitáramos el sexo al porno
tenemos un temazcal
podemos revisar el camino que nos trajo a ver porno
o repasar que el porno nunca nos abandonó en el camino
y nos tiramos a la comedia
como única solución
Si le quitamos el sexo al porno
tenemos ochenta años 
de todos nuestros tiempo de vida nos quedó solo una cinta triple equis
Si le quitáramos el sexo al porno
tenemos un club de jazz
de una exageración minimalista
que calienta nuestra risa
          Si le quitamos el sexo al porno
las excitación estará en manos de Vangelis
seduciendo acordes atmosféricos
los únicos gritos serán de Enya y Sarah Brightman
   barajearemos un catálogo de música para elevador
claro, porque ellos pensaron que un elevador descompuesto
donde dos desconocidos se miran
es la esquina más efervescente del universo
Ennio Morricone leyendo Trópico de cáncer
            Diana Krall componiendo los 120 días en Sodoma
Paul Winter es burbuja de vino
sobre La Venus de las pieles
y Jean Michel Jarre arpegia sobre la tez de Mia Khalifa y Sasha Grey
Si le quitamos el sexo al porno
tenemos una clase de yoga
            a donde algunos van a relajar su abismo hormonal
a donde escuchan ese playlist  
            que sirve para desinflamarse espiritualmente
y prohibir lo mal pensado
            para después practicar lo prohibido
Si le quitáramos el sexo al porno
oímos el soundtrack de nuestra vida
dejamos de fornicar con las hadas
            para hacerle el amor al asilamiento

apagamos las luces                       le subimos el volumen a ese lounge con saxofón y caricias melódicas
le quitamos el apetito a la falacia                        y descubrimos nuestra verdad erótica…

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