Si le quitáramos el sexo al
porno
queda un tono new age para
meditar
el por qué nos encontramos un viernes por la
noche
viendo
una película porno
cuando nos cancelaron todas
las citas y se derrumbaron los planes
y ves las fiestas de tus
vecinos en los edificios contiguos
pero no conoces a nadie para
que te invite un trago
Si le quitáramos el
sexo al porno
tenemos un temazcal
podemos revisar el
camino que nos trajo a ver porno
o
repasar que el porno nunca nos abandonó en el camino
y
nos tiramos a la comedia
como
única solución
Si le quitamos el sexo al
porno
tenemos ochenta años
de todos nuestros tiempo de
vida nos quedó solo una cinta triple equis
Si
le quitáramos el sexo al porno
tenemos
un club de jazz
de
una exageración minimalista
que calienta
nuestra risa
Si le quitamos el sexo al porno
las excitación estará
en manos de Vangelis
seduciendo acordes
atmosféricos
los únicos gritos
serán de Enya y Sarah Brightman
barajearemos un catálogo de música para
elevador
claro,
porque ellos pensaron que un elevador descompuesto
donde
dos desconocidos se miran
es
la esquina más efervescente del universo
Ennio Morricone leyendo Trópico de cáncer
Diana
Krall componiendo los 120 días en Sodoma
Paul Winter es burbuja de vino
sobre La Venus de las pieles
y Jean Michel Jarre arpegia sobre la tez de Mia Khalifa y
Sasha Grey
Si le quitamos el sexo al
porno
tenemos una clase de yoga
a donde algunos van a relajar su abismo hormonal
a donde escuchan ese
playlist
que sirve para desinflamarse espiritualmente
y prohibir lo mal pensado
para después practicar lo prohibido
Si
le quitáramos el sexo al porno
oímos
el soundtrack de nuestra vida
dejamos
de fornicar con las hadas
para hacerle el amor al asilamiento
apagamos
las luces le subimos
el volumen a ese lounge con saxofón y caricias melódicas
le
quitamos el apetito a la falacia y
descubrimos nuestra verdad erótica…