sábado, 24 de octubre de 2009

Parte 2 Santorini la salvación


Al otro día me paré decidido a ir a las cuatro PM al auditorio a ver quién me compraba mi boleto, incluso estaba dispuesto a que me dieran lo que sea. Así que imagínense; ahí tienen a León en el metro Mixcoac, cargando su mochila y refunfuñando, listo para deshacerse de su entrada y regresarse inmediatamente a Pachuca limpiando su nombre y diciendo, “miren yo vendí mi boleto por mis huevos y mi dignidad”. Llegué al auditorio por fin, buscaba al comprador mientras veía los letreros del concierto, he de decir que en los anuncios no aparecían Lucerito y compañía, solo Yanni y los cuatro cantantes que lo acompañaban (Y que bueno). Aun en esos momentos seguía buscando un ¿Por qué? Si había mejores cantantes mexicanos para participar como Fernando Lima, Marcela Bovio o Rita Guerrero, hasta Juan Luís Guerra como participante latino hubiera sido mucho más decente. Para no hacérselas larga, eran las siete de la noche y nadie me quería comprar mi boleto, estaban por abrir el lugar para que ya pasara la gente. No sabía qué hacer, hasta que un ángel se me apareció y le platiqué mi asunto, entonces me hizo entrar en razón diciéndome “que pierdes con entrar” . Y pues si era mejor entrar, ya era tarde para regresarme a Pachuca, no conseguía vendedor entre tanta gente refinada y elegante que me veían con cara de niño muerto de hambre cuando trataba de venderles el boleto. Así que obedecí al ángel, que en realidad era solo un tipo que pasó por ahí.

Bien ya estaba dentro del Auditorio, ya habían registrado mi entrada, ya no había marcha atrás. Estaba enojado porque no tuve la capacidad de haber realizado mis planes, pero pues, me dije a mi mismo, “ya que, ríete de las trampas que te pone la vida”, además, pues el espectáculo era Yanni, yo había comprado boleto para Yanni, los otros parásitos valían madres a fin de cuentas.

Mientras abrían las puertas para entrar a una sala, contemplé una exposición de fotografía muy buena de personajes de la historia del cine y las series de televisión. Así que me encontré con muy buenas imágenes de Al Pachino, Janet Leigh, Marlon Brando, Charton Heston y demás personalidades de la pantalla grande. Me puse a dibujar cosas que me llamaban la atención, hasta que un policía guarro llegó a preguntarme que si tenía permiso para dibujar, que si no, guardara la libreta ¡Por dios! ya hasta para dibujar hay que pedir permiso en este país privatizado. Así que cerré mi libreta me salí de esa sala de exposi

ción y me fui a dibujar cerca de la puerta por la que debía entrar, esperando hasta que la abrieron para que entráramos, recuerdo que era la puerta 8. Y al estar dentro de la sala me sorprendí al ver que me tocaba un lugar más delante de lo esperado, yo creía que mi entradita de $350 era para estar hasta arriba, pero resultó que no se habían vendido la cantidad de entradas esperadas y nos sentaron mas enfrente para que no se vieran huecos. Así que me coloqué en el asiento que me tocaba y entablé conversación con un señor que me contó que había trabajado ahí, en el auditorio hace mucho tiempo como ingeniero en audio, yo mientras hacía como que le ponía demasiada atención cuando en realidad pensaba en otras cosas y volteaba a ver el escenario y la cantidad muy grande de instrumentos, dos tipos de percusiones y una batería, tres arpas, la sección de cuerdas, el piano de cola ,mas los seis teclados de Yanni, y muchos más. En fin después de esperar un rato se apagan las luces, la emoción se siente…Comienza un intro con música orien

tal y por las tres pantallas grandes del escenario se pasan imágenes de lugares de Asia como La muralla china, El Tibet, El Taj Mahal; mientras los músicos se van colocando al seguir de los aplausos del público. Y de repente comienza el concierto con el pie derecho, empieza a sonar una de mis canciones favoritas “Santorini” mientras en las pantallas pasaban imágenes de Delfines saltando sobre el mar. Realmente fue un muy buen inicio. En eso al escenario sale por fin Yanni recibiendo un gran manto de aplausos y corriendo hacia sus teclados para empezar a dirigir a su orquesta y su presentación.

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