sábado, 29 de septiembre de 2018

Borgó: El traficante de espejos




Hubo un tiempo futuro
tan futuro que está sucediendo
la vanidad se volvió ilegal
la gente desconoció su reflejo
tiró proyecciones al desagüe

Habrá un pasado
tan pasado que sucederá
ayer en el presente
del éxtasis y el caos
nació Borgó
en la cuna de un desierto

sin rostro camina en las estepas
bajo el sol nació de agua
se cubrió con manta vieja
y con ese aroma a antiguo
traficó espejos para la posteridad
comerciando con las realidades
surge un yo varado en la duda
negamos      
al negar, el engaño efervescente
cae ante la farsa y el exceso
y nos percatamos del “por qué”
por qué estaba prohibida
la existencia de los espejos

porque al proyectarnos
el mañana sea ayer
el presente fue próximo
y el pasado es porvenir

porque al proyectarnos
se distorsionan las letras de los oídos
los olores que aspira nuestra piel
y a lo que sabe la vista

porque al proyectarnos
recordamos al olvido como lo que nunca es
y así fue como entre los desiertos
Borgó pasa, pasea y fue
como un espejismo maldito que quita la sed

porque al proyectarnos
bebemos desesperados    lamemos el cristal
bebemos distorsionados   el agua de su mano
excepto…      Excepto aquel que nace sin evidencia

porque al proyectarnos
sabemos que es de valientes nacer sin reflejo
colocar al pasado en verdades muertas
beber al presente sin traficar la verdad             
y hacer que en el futuro
el vernos de frente sea a años luz del ego
y así el espejo se pueda legalizar.  

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